La economía verde lleva la marca made in China. El gigante ha dejado de lado la producción de bienes de consumo como ropa, juguetes, muebles y electrodomésticos para centrarse en la madre del cordero: los paneles fotovoltaicos, las turbinas eólicas, los vehículos eléctricos y las baterías de iones de litio. No hay país en el planeta que pueda superar las cifras de la industria sostenible china, surgida a mediados de los noventa para satisfacer las necesidades internas, pero que rápidamente se volvió global, impulsada por inversiones masivas del Gobierno, mano de obra barata y energía a bajo coste. Hoy está presente y, en muchos casos, ejerce un control dominante en cada uno de los eslabones que componen la cadena de las renovables: desde la extracción de minerales, su procesamiento y refinado, hasta la manufactura de los productos finales que despacha por todo el mundo.
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Noticia propuesta por FUNDIGEX – Asociación Española de Exportadores de Fundición