Erdogan tiene una ambición: aprovechar el viento de cola y convertir a Turquía en la fábrica del mundo. Tras la crisis en la cadena de suministro, el país otomano se erigió como uno de los grandes ganadores. Las empresas de todo el mundo tuvieron problemas para abastecerse de las fábricas de países lejanos como China, Vietnam o Bangladesh y, en consecuencia, rearmaron sus redes logísticas poniendo a Estambul como la gran estrella de este nuevo modelo.
Puede seguir leyendo la noticia en el siguiente link
Noticia propuesta por FUNDIGEX – Asociación Española de Exportadores de Fundición